Una muy buena nota al sonidista Adrián Taverna y su papel en el rock argentino.
Sebastián Ramos
LA NACION
Como tantos adolescentes a fines de los años 70, él quería ser diferente, ser rockero, pero más rápido de lo que imaginaba se dio cuenta de que su lugar no era arriba del escenario. Un profesor de bajo se lo dio a entender, intentando no herir sus sentimientos. "Vos estudiaste electrónica, ¿no? ¿Por qué no te venís a mi sala de ensayo a soldar unos cables?", le sugirió Rinaldo Rafanelli, quien tras el adiós de Sui Generis había armado el grupo Polifemo, junto con David Lebón y Juan Rodríguez, y en los ratos libres enseñaba su oficio a domicilio.
El muchachito -aún no esgrimía el porte robusto de hoy día, con tatuajes de sirenas y Ramones en sus brazos, sino que era bastante "flacucho"- no dudó ni un instante y esa misma tarde metió los escasos pero eficaces conocimientos adquiridos en el ENET N° 12 y una soldadora en un bolso y se marchó hacia la sala de Rafanelli y compañía.
Por esa puerta, dice, ingresó al mundo de fantasía rockera que tanto lo obsesionaba. Y nunca más salió. "Ahí descubrí que había otras maneras de estar involucrado en la música, sin ser músico", dice este hombre, que a los 15 años empezó soldando cables en una pieza oscura y que, más de treinta años después, terminó siendo el gran amplificador del rock argentino, una leyenda de los años 80 que detrás de la consola de sonido trabajó codo a codo tanto con Riff como con Virus, hasta que, poco a poco, aprendiendo mientras jugaba y experimentaba, se convirtió en el legítimo cuarto integrante de Soda Stereo? sin tocar una sola nota. Ni el "Zorrito" Quintiero ni "Tweety" González ni Daniel Melero: Adrián Taverna, sonidista.
"Con Soda hice más de 1500 shows -recuerda-, toda su etapa profesional e inclusive grabé el demo del primer álbum en la casa de Charly [Alberti], en una casetera, con una consola de seis canales. Lo mezclaba y lo grababa en vivo."
De allí en más, Gustavo Cerati no lo dejó escapar, ni siquiera después de la separación del trío, y entonces el joven con título de técnico en telecomunicaciones fue estrella de rock: los primeros años de discotecas ("éramos como los bailanteros ahora, hacíamos tres shows por noche recorriendo todo el gran Buenos Aires"), la sodamanía ("íbamos a tocar a lugares totalmente desconocidos para nosotros, fue muy audaz de nuestra parte hacer toda esa travesía"), el lánguido final de las gracias totales ("ninguno de nosotros quería hacer esos conciertos, entre los músicos estaba todo mal, el clima era espantoso. Era más un entierro que una despedida") y la reunión más espectacular que se haya visto en América latina ("fue una especie de revancha de lo del 97. Fue muy emocionante ver cómo había vuelto entre nosotros el espíritu de Soda").
¿Cómo fue que este rockero sin guitarra ni doble bombo, abducido por el rock duro y las camperas negras, moldeó el sonido de la gran bestia pop argentina? En parte, el milagro se lo debe a la Iglesia y, por qué no, a la policía. "Yo trabajaba haciendo sonido para Riff y un día los hermanos Peyronel deciden producir el tercer disco de Virus , Agujero interior , que era bastante rockero para ellos -recuerda-. Me llamaron a mí para laburar con Virus porque estaban en la misma agencia y, al poco tiempo, Federico [Moura] me dijo que iba a producir a un grupo nuevo, Soda Stereo. Entre los shows de unos y otros no tenía mucho tiempo, pero por entonces a Riff se le empezó a hacer cada vez más difícil tocar, por eso de las cadenas, la violencia y qué sé yo. Nos pasaba que llegábamos a un pueblo y la policía nos paraba en la ruta y nos hacía volver a casa, o la Iglesia nos prohibía y no podíamos tocar. Riff tuvo que parar de tocar y entonces tuve más tiempo para grabar con Soda también." La Iglesia también hace milagros para el rockero medio.
O quizá la culpable haya sido la figura de Guadalupe que también lleva en su piel o el talismán amplificador que cuelga de su cuello. O puro mastering . Se cuentan muchas historias de Taverna, como que ha hecho cosas que sólo él puede hacer.
"Mi función fundamental en el rock, o por lo menos lo que siento que tengo que hacer, es amplificar la idea sonora de una banda, lograr que se entienda su mensaje artístico. Vos podés tener la mejor banda del mundo, pero si lo que querés transmitir no llega bien al público, no pasa nada", sostiene.
-¿Se puede ser rockero sin ser músico?
-Sí, claro. Yo interpreté con los años que uno tiene la actitud de rock; por eso, para mí, fue importante descubrir una profesión, que no tenía ni idea que podía serlo, porque yo quería pertenecer al mundo de rock, me fascinaba y me sigue fascinando. Yo me considero un rocker por encima de todas las cosas. No quería ser abogado o médico, sentía dentro mío que tenía que haber otra posibilidad de hacer cosas, ni siquiera pensaba en ganar plata.
Testigo privilegiado de los movimientos de la escena local, dice que desde los años 70 a esta parte el rock ha cambiado parte de su esencia: "Ahora los chicos quieren ser estrellas antes que ser músicos. En la música pasa como el fenómeno de Gran Hermano , entran para ver qué pasa y quieren ser famosos, si son buenos o malos en lo que hacen, no importa. Creo que como está planteado hoy en día el rock, es como trabajar en un shopping. El rock perdió rebeldía, entonces quiere decir que algo está mal".
SE DICE DE EL
"Taverna puede escribir varios capítulos de la historia del rock argentino. No sólo ha operado a las bandas más descollantes -Riff, Soda, Virus, Rata Blanca, Divididos-, ¡sino que ha convivido con esos artistas! Creo que nadie antes que él ha hecho giras tan importantes y tenido que resolver situaciones técnicas de toda índole, con el equipo y personal que hubiera -no siempre hubo la tecnología que se maneja hoy, ni asistencia técnica especializada-, en todos esos estadios. Más que en la historia del rock tendría que estar en los Guinness World Records . El demostró que no importa si es heavy o pop, la música merece escucharse con todo el volumen, dinámica y calidad posible."
Richard Coleman
YO ESTUVE AHÍ...
1981. La banda de la calle
"El Riff de los años 80 era «la» banda de rock callejera. Para mí nunca fue una banda de heavy metal, sino de rock pesado, de rocanrol, inclusive, con mucha guitarra y con canciones rockeras."
1986. Sodamanía
"Llegamos a estar ocho meses de gira sin volver a casa. Fue una locura y éramos muy jóvenes. Lo vivimos muy intensamente, porque para nosotros era como un viaje de egresados permanente."
1994. Divididos
"Hice el primer show de Divididos y trabajé con todas las formaciones, con Collado, con Gil Solá, con Araujo, con Catriel, con Andrea Alvarez. Soy amigo de Mollo desde hace más de 35 años y, entre otras cosas, hice la época más fuerte del grupo: en 1994, hicimos 14 obras en un año, una cosa impensada ahora."
2010. Siempre a su lado
Taverna estuvo junto con su amigo Cerati en varios de los momentos más importantes de su vida y también fue el único que estuvo a su lado en el hospital de Caracas, antes y después del ACV que sufrió el año pasado. "Fue un accidente que nadie esperaba, nada hacía pensar que podía pasar y pasó. Estaba en un gran momento, aliviado luego de sacarse de encima el regreso de Soda y todo eso. El mismo lo decía en la primera canción de «Fuerza natural»: ‘Nunca me sentí tan bien’. Es tan contradictorio todo, que no tiene lógica. Ahora, la única situación que nos mueve es la esperanza y la fe de que se produzca ese milagro y que esté bien."
Copia textual del artículo: Adrián Taverna: "Hoy ser rockero es como trabajar en un shopping"